miércoles, 25 de julio de 2007

Frank Duff y el Manual de la Legión

Allocutio
Por el Padre Bede McGregor O.P.
Director Espiritual
Concilium Legionis
Julio de 2007

Frank Duff y el Manual de la Legión


Si buscamos una sola frase que encierre la vida interior de la Legión la encontramos en la Lectura Espiritual y sería: El espíritu de la Legión de María es el de María misma. Cuando Frank Duff escribió esa frase revelaba una de las características más profundas de su propia vida espiritual. El ideal que él mismo se propuso, antes de la Legión fue ese precisamente. Toda su vida aspiró adquirir el espíritu de María especialmente su humildad y sobretodo su fe. Él deseó compartir las actitudes más profundas, las convicciones, las motivaciones y la misión maternal de María. Él creyó con toda su mente, su corazón y su alma que si él podía identificarse a sí mismo con el espíritu de María estaría centrado lo más perfectamente posible en Jesús y a través de él en la Santísima Trinidad. Su devoción a María no era simplemente una teoría o una idea maravillosa sino la puesta en práctica cada día en su vida ordinaria. Su consagración a María era el dinamismo interno que le permitió contestar a la llamada del Espíritu en la vida apostólica. Éste es el secreto que él ofrece en la Legión - el secreto de María.

El momento decisivo en su descubrimiento de María fue su contacto con San Luis María de Montfort. Como sabemos, leyó el libro: La Verdadera Devoción a María de Montfort varias veces sin hacerle mayor impresión. Pero por la insistencia de un estimado amigo, una vez más lo leyó y lo abrumó repentinamente la convicción de que todo lo que Montfort decía en este pequeño libro acerca de Nuestra Señora era absolutamente verdadero. Y le ocurrió la experiencia casi mística alrededor de 1920 antes de que la Legión se fundara. Él pasó sus próximos 60 años estudiando, orando, viviendo y separando las reflexiones fundamentales de San Luis María de Montfort referente a la Verdadera Devoción a María. En 1947 escribió un folleto titulado "El camino de Montfort". En este trabajo nos da todas las ideas básicas de Montfort en lenguaje no menos lírico pero más simple y accesible a todos los legionarios y de hecho a cualquier lector moderno. Pero más allá de toda duda comunica más profundamente su espiritualidad y su Devoción a María en el Manual de la Legión. Es difícil no encontrar cualquier cosa de Montfort que no esté de cierta manera en el Manual.

Alguna gente solo se detiene en la parte externa de su vida y la encuentra en su conjunto absolutamente ordinaria, aunque marcada por algunos logros y empresas extraordinarias. Pero el Manual abre una nueva y completa imagen de Frank Duff. Allí encontramos retratada su verdadera vida interior, apacible, gentil, de buen humor, eficiente, accesible, extremadamente rígido en su trabajo, hombre amistoso en su figura externa. El Manual es en gran parte la autobiografía espiritual de Frank Duff. Varios testigos lo afirman pues le conocieron muy bien por varias décadas y lo han comentado con sinceridad y total integridad. Sería increíble dar otra dirección a lo referente a su misma vocación a la vida eterna y no ofrecería cualquier cosa con excepción de sus más profundas convicciones obtenidas con sacrificio a través de su propia vida espiritual. Esto es particularmente verdad de acuerdo a su comprensión y devoción a María.

Aunque volvamos repetidas veces a la doctrina y a la vida de la Verdadera Devoción a María y recordemos a Frank Duff nuestro fundador, quiero cerrar esta breve charla con una cita de sus Escritos: 'Así, el simbolismo que la Escritura ha puesto ante nosotros, ayuda para mejorar la comprensión de la relación entre Cristo y su Iglesia, en el Cuerpo Místico. Hemos visto además, que en virtud de la Maternidad de Cristo, María es la verdadera Madre del alma cristiana, una Maternidad que Nuestro Señor mismo proclamó en el momento cuándo adquirió su dominio completo, es decir, cuándo llevó a cabo su Redención. Si intentáramos cambiar esta imagen por otra que nos ayude a apreciar la intimidad de las relaciones de María con sus hijos, tenemos una expresión, aún inadecuada, pero que nos ilustra y es la vida del recién nacido, con su madre; siendo el bebé el alma, y su madre María.

¿Pero por qué debemos especificar al bebé como recién nacido, más bien que un infante? Porque está en los brazos de su madre y es alimentado con la leche natural? Es por esta razón, que la proximidad de la relación entre el alma y el bebé mostraría a María, como dice Montfort - con la Iglesia – la representa, en sus brazos. El último es dependiente de la Madre a un grado grande, pero no del todo. Puede vivir su vida aparte de su madre. No dibuja el aire que respira; y las porciones de su alimento - todas quizás, en ciertas circunstancias - se pueden ganar de otra manera que por su madre. Y esa madre puede salir, o esa madre puede morir; pero la vida del bebé se sigue - en independencia completa de ella, concebible que puede mejorar sin esa madre.
Pero cómo es diferente en el caso respecto al alma. A partir del día cuando el alma nace otra vez en el Bautismo, para la vida eterna - quizás muchos años más tarde - ninguna gracia habrá alcanzado esa alma sin María.

Los fieles, consiguen de su Madre el trabajo de santificación. Ella recibe las gracias divinas y su sangre y se las da al alma. Esta sangre, es decir la gracia más pequeña, viene a nosotros a través del Cuerpo Místico por el corazón de María. ¡Qué imagen de un abrazo de total dependencia! El bebé debe todo - absolutamente todo a Dios - a los buenos oficios de esa madre. Así el recién nacido debe ser la imagen con la cual ayudamos a nuestras mentes a entender el papel de la Madre de la Divina Gracia. Pero incluso esa débil imagen indica solamente la verdadera posición. Nosotros crecemos y nos movemos a su voluntad, vivimos nuestra vida ajustada a sus pensamientos, estamos en un estado tan cercano de intimidad de ella que solo se insinúa, a través del natural confinamiento en la matriz, es la comparación más profunda y más libre'…
En mi opinión, Frank Duff vivió esta dependencia de María a un grado heroico y es la trayectoria que él pone ante nosotros los legionarios

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